27 de agosto de 2007

Raúl González Tuñón. El poeta murió al amanecer

Raúl González Tuñón nació el 29 de marzo de 1905 en Buenos Aires y murió el 14 de agosto de 1974. Ejerció el periodismo. Participó en la redacción de las revistas literarias "Proa" y "Martín Fierro". Realizó viajes por el interior del país y por América, Europa y Oriente. El mismo registró sus innumerables viajes haciendo honor a su identidad con el nombre poético de Juancito Caminador. Perteneció al comunismo hasta su muerte.
Su mejor poesía es la de sus comienzos. A ello parece regresar en sus últimos poemas luego del entusiasmo por la actualidad política y social que resta fuerza a su canto.
Fue Juancito Caminador, el poeta andariego y amigo de las gentes quien dijo: "Traigo la palabra y el sueño, la realidad y el juego de lo inconsciente, lo cual quiere decir que yo trabajo con toda la realidad".

De esa realidad tratan los siguientes versos pertenecientes al poema "El poeta murió al amanecer":


Sin un céntimo, solo, tal como vino al mundo,
murió al fin en la plaza frente a la inquieta feria.
Velaron el cadáver del dulce vagabundo
dos musas, la esperanza y la miseria.


Fue un poeta completo de su vida y su obra.
Escribió versos casi celestes, casi mágicos,
de invención verdadera
y como hombre de su tiempo que era
también ardientes cantos y poemas civiles
de esquinas y banderas.


Algunos, los más viejos, lo negaron de entrada.
Algunos, los más jóvenes, lo negaron después.
Hoy irán a su entierro cuatro amigos de veras,
los parroquianos del café,
los artistas del circo ambulante,
unos cuantos obreros, un antiguo editor,
una hermosa mujer, y mañana, mañana,
flocerá la tierra que caiga sobre él.


Deja muy pocas cosas, libros, un Heine, un Whitman,
un Quevedo, un Darío, un Rimbaud, un Baudelaire,
un Schiller, un Bertrand, un Bécquer, un Machado,
versos de un ser querido que se fue antes que él,
muchas cuentas impagas, un mapa, una veleta
y una antigua fragata dentro de una botella.


Los que le vieron dicen que murió como un niño.
Para él fue la muerte como el último asombro.
Tenía una estrella muerta sobre el pecho vencido,
y un pájaro en el hombro.