1 de junio de 2008

Manuel Ugarte. La visión de un reformista

Manuel Baldomero Ugarte fue un intelecutal, escritor y diplomático argentino que nació en Buenos Aires el 27 de febrero de 1875. Realizó sus estudios en el Colegio Nacional de Buenos Aires y desde muy joven se convirtió en un ávido lector y escritor de poemas y cuentos.
El escritor argentino Pedro Orgambide (1929-2003), hizo un esbozo de su personalidad en "El largo viaje de Manuel Ugarte por America Latina" (Diario Clarín, 26/1/2003): "Sin abandonar del todo la parte lúdica de su pensamiento, que lo impulsa a escribir poemas, cuentos o ensayos de intención literaria, sus intereses se desplazan hacia la reflexión política. El colonialismo europeo por un lado y la política del garrote de los Estados Unidos por otro, son los referentes de esa reflexión. Ugarte toma partido por los movimientos nacionales que se oponen a esos poderes monopólicos. Al igual que José Martí, instrumenta la crítica como ejercicio del criterio y apunta a la descolonización del pensamiento dependiente de América latina".
Efectivamente, Ugarte consideraba que las reales causas de los conflictos bélicos de su época -primera mitad del siglo XX, aunque vigentes y potenciados hoy en día- eran la rivalidad entre las naciones más poderosas que se disputaban el derecho de explotar a los países coloniales o semicoloniales. En esa lucha de intereses y atropellos, él tenía una firme posición doctrinaria nacional: neutralidad, lucha contra el latifundio y el capital extranjero, industrialización latinoamericanista, cultura vernácula, mejoras sociales, etc.
Este pensamiento lo volcó en sus ensayos sociopolíticos, entre los que sobresalen "El porvenir de América Latina" (1910), "El destino de un continente" (1923) y "La dramática intimidad de una generación" (1951). Sus obras incluyen también libros de viajes, novelas, cuentos y poemas. De sus escritos políticos, he aquí algunos párrafos sobresalientes:
"La expansión va perdiendo su viejo ca­rácter militar. Las naciones que quieren superar a las otras envían hoy a la comar­ca codiciada sus soldados en forma de mercaderías. Conquistan por la exporta­ción. Subyugan por los capitales. Y la pólvora más eficaz parecen ser los pro­ductos de toda especie que los pueblos en pleno progreso desparraman sobre los otros imponiendo el vasallaje del consumo"."No es indispensable anexar un país para usufructuar su savia. Los núcleos poderosos sólo necesitan a veces tocar botones invisibles, abrir y cerrar llaves secretas, para determinar, a distancia, sucesos fun­damentales que anemian o coartan la pros­peridad de los pequeños núcleos. La infil­tración mental, económica o diplomática puede deslizarse suavemente, sin ser advertida por aquellos a quienes debe per­judicar porque los factores de desnacio­nalización no son ya, como antes, el mi­sionero y el soldado sino las exportacio­nes, los empréstitos, las vías de comuni­cación, las tarifas aduaneras, las genu­flexiones diplomáticas, las lecturas, las noticias y hasta los espectáculos"."Una nación que tiene en sus manos el contralor de la riqueza y el comercio de otro país es, en realidad, dueña de él, y de los que en él viven, no sólo en lo que al orden económico se refiere sino hasta en los asuntos de política interior y exte­rior, dado que el andamiaje de una patria en la vida moderna, reposa sobre las fi­nanzas y son éstas las que regulan sus diversos movimientos"."En cuestiones internacionales ya sabe­mos que, desgraciadamente, el derecho no es, en resolución, más que una pala­bra que sirve para designar el poder eco­nómico militar de un conjunto expansionista. Es el 'derecho del comercio', 'el derecho del orden', el 'derecho de la sanidad', el 'derecho de la civiliza­ción', según se invoquen para la conquis­ta o el protectorado pretextos económicos, pacificadores, profilácticos o culturales. Tratándose de pueblos débiles, el derecho de defender la propia tierra es 'barba­rie'. El interés extranjero se ha dis­frazado de principio general o de noble sentimiento y no hemos sabido ver a tra­vés de él las verdaderas intenciones cuan­do nos han 'ayudado' a conseguir la liber­tad, cuando nos han prestado fuerzas para 'derrocar tiranos', cuando nos han brin­dado apoyo para 'obtener la victoria' sobre otra nación limítrofe del mismo origen o cuando en nombre del 'humani­tarismo' o 'la paz', han intervenido en la solución de nuestros conflictos. Las be­llas declamaciones sólo sirvieron para que evolucionaran con mayor comodidad las influencias predominantes"."Creer en el deseo paternal que pue­de tener un Estado de servir desinteresadamente a otro, es negar la filosofía de la historia. Toda injusticia necesita por lo menos un pretexto que la dore y una com­plicidad que la olvide y en no proporcionar ese pretexto, en no otorgar esa sanción, ha debido consistir la habilidad nuestra".
Manuel Ugarte fue un socialista reformista cuyo interés por la problemática imperialista y la cuestión nacional, lo llevó a tener duros enfrentamientos no sólo con la clase dominante, sino también con los propios socialistas de su país. Enfrentado con ellos y prácticamente olvidado, falleció en Niza, Francia, el 3 de diciembre de 1951.