18 de julio de 2021

Gustave Klimt. La mujer como promesa y amenaza

El pintor simbolista Gustave Klimt fue un genuino representante del movimiento Art Noveau de Viena. Nació el 14 de julio de 1862 en el seno de una familia empobrecida de Baumgarten, en las afueras de la capital austríaca. Gracias a su notable talento para el dibujo, a los catorce años consiguió ingresar a la prestigiosa Escuela de Artes Aplicadas de Viena, entre cuyos profesores figuraban Michael Rieser (1828-1905), Ferdinand Laufberger (1829-1881), Karl Hrachowina (1845-1896) y Ludwig Minnigerode (1847-1930). Allí conoció al pintor Franz Matsch (1861-1942) con quien en 1881 creó la Compañía de artistas, que pronto se volvería famosa.
Klimt fue el único alumno que tras salir de la Escuela logró iniciar una gran carrera artística. Su profesor, el historiador de arte Rudolf Eitelberger (1817-1885), director y fundador del Museo de Arte Industrial, siempre lo respaldó y lo estimuló. De ese modo -coincidiendo con una época en la que Viena encaraba un programa de rediseño arquitectónico-, el joven pintor recibió los primeros encargos para pintar murales decorativos en las viviendas dispuestas a lo largo de la recién construida Ringstrasse, así como en teatros de Viena, Karlsbad y Reichenberg.
Su constante búsqueda de nuevas sendas pronto lo condujo a asociarse a artistas que cuestionaban los rígidos principios de las academias. En 1897 se convirtió en uno de los miembros fundadores del movimiento "Sezessionsstil" del que fue electo presidente y en el que participaban el diseñador Koloman Moser (1868-1918), los arquitectos Josef Hoffmann (1870-1956) y Joseph Olbrich (1867-1908), los pintores Max Kurzweil (1867-1916) y Wilhelm List (1864-1918), el escultor Josef Engelhart (1864-1941) y el compositor Ernst Stöhr (1860-1917) entre otras destacadas figuras de la época.


El estilo de la pintura de Klimt y los diseños ornamentales que caracterizaron sus frisos recibieron una fuerte influencia de los antiguos mosaicos cristianos, así como de las pinturas del ilustrador inglés Aubrey Beardsley (1872-1898) y del diseñador checo Alfons Maria Mucha (1860-1939). Una sus grandes obras fue la ornamentación con diversas pinturas del techo del aula magna de la Universidad de Viena, una tarea que le llevó más de diez años y cuyo resultado final escandalizó tanto a los expertos como al público en general. Medio siglo más tarde, estas obras fueron quemadas cuando, en mayo de 1945, ante el avance de las tropas soviéticas hacia Berlín, los nazis incendiaron el Castillo Immendorf a donde habían sido trasladados los cuadros para preservarlos de los bombardeos que sufría Viena.
Debido a las severas críticas recibidas, Klimt se volcó a la pintura sobre lienzos. "No me interesa mi propia persona como objeto de un cuadro -declaró en una oportunidad-, sino más bien me interesan otras personas, en especial mujeres, otras apariencias... estoy convencido de que como persona no soy especialmente interesante". Efectivamente, el tema que trató en la mayoría de sus cuadros tenía que ver con la mujer, a la que representó con suma sensualidad y erotismo. Como modelos solía utilizar a jóvenes burguesas, pero también lo hizo con prostitutas. Unas y otras, muchas veces aparecían desnudas en sus pinturas, lo que despertó fuertes protestas y, en algunos casos, fueron tildadas de pornográficas.


A partir de 1903 el uso de la hoja de oro -un elemento con el que experimentaba desde hacía algún tiempo-, se volvió más frecuente, forjando así lo que es conocido como su "período dorado". "Der kuss" (El beso), su óleo más famoso, fue creado entre 1907 y 1908 y es representativo de ese estilo. Sobre los retratos de Klimt, el especialista en arte Nike Wagner (1945) escribió: "Desmaterializa la sustancia del cuerpo y la disuelve en un juego decorativo; al mismo tiempo, acentúa la importancia de lo accesorio y le atribuye una función sensual. Así es como consigue que sus figuras no puedan definirse con exactitud. Les concede un aura de lejanía que, a la vez, sugiere proximidad".
En su vida afectiva, el artista mantuvo relaciones con sus modelos y tuvo al menos catorce hijos naturales de los que sólo reconoció a cuatro, pero nunca se casó ni consolidó una unión legal con alguna de sus amantes. La más famosa de todas ellas fue la diseñadora de moda Emilie Flöge (1874-1952), de quien pintó un retrato que actualmente se exhibe en el Museo Karlsplatz de Viena. El retrato de otra de sus amantes, Adele Bloch Bauer (1881-1925), se convirtió en 2006 en el cuadro más caro del mundo hasta entonces: se vendió en 135 millones de dólares.
Desde sus primeras, cándidas pinturas de bellas jovencitas sin ropas, cabellos sujetos pulcramente y pubis infantiles, el cuerpo femenino fue su objeto predilecto de representación. Sin embargo, pronto las figuras que retrataba dejaron de responder a los cánones de inocencia de la época. En los años que transcurrieron desde sus primeros tiempos como pintor de decoraciones arquitectónicas, su reputación técnica fue avanzando tanto como su fama de escandaloso.


Klimt desarrolló el arte del ocultamiento: su obra entera fue un continuo cubrir los cuerpos femeninos con vestidos de decoración bizantina y egipcia. Siempre dibujaba la figura femenina sin ropa antes de vestirla en la tela definitiva, lo que puede apreciarse en los más de mil dibujos a lápiz que fueron encontrados en su estudio cuando murió. La sexualidad afloraba siempre discretamente: "Apenas las cabezas de los amantes besándose, con el cuerpo escondido en una especie de collage dorado -dice el periodista especializado en artes plásticas Alejandro Margulis (1961) en su artículo "Oh mujeres..." de 2006-; cabelleras negras o rojizas, siempre despeinadas; bocas entreabiertas, al borde de la invitación; párpados casi cerrados por completo, pero no lo suficiente como para eludir la picardía o la malicia. Y sobre todo, cuando se dejan ver, por lo general en los dibujos, flagrantes vulvas de oscuro pelo púbico, sin ninguna delicadeza ni contemplación".Klimt no fue solamente un pintor de mujeres elegantes, sino también un dotado paisajista: "Der park" (El parque), "Blumengarten" (Jardín de flores), "Allee im park" (Paseo en el parque) y "Der birkenwald" (Bosque de abedules), por ejemplo, son composiciones maestras donde la figura humana es pura ausencia.


A pesar de ser muy valorado en el extranjero, Klimt continuó siendo un creador controvertido en Viena, en donde siempre le fue rechazada la posibilidad de ejercer un profesorado. Pese a las resistencias que generó su estilo pictórico, se mantuvo fiel a sus creencias estéticas y esa integridad le permitió definirse a sí mismo y sonar auténtico.
El 11 de enero de 1918 sufrió un ataque de apoplejía que le produjo una parálisis. Fue trasladado a un sanatorio y veinte días más tarde se lo internó en el Hospital General de Viena donde falleció el 6 de febrero a consecuencia de una neumonía. Fue enterrado en el cementerio de Hietzing. En su estudio quedaron un buen número de trabajos sin finalizar y un amplio catálogo de dibujos que fue repartido entre Emilie Flöge y los hermanos del pintor.