27 de enero de 2009

Meryl Streep: "De alguna manera la Iglesia funciona como el ejército, uno no puede saltarse los rangos"

La actriz Meryl Streep (1951) nació en Nueva Jersey y descubrió su gusto por los escenarios cuando, a los ocho años, fue elegida para actuar en una función escolar. Estudió arte dramático, música y ópera en la Universidad de Yale y una vez graduada, comenzó a trabajar en Broadway. Su prestigio se cimentó en la televisión cuando debutó en "Holocaust" (Holocausto), una serie de cinco episodios que se emitió en 1978. Una año antes había desempeñado un pequeño papel en el film "Julia", al que siguió otro como actriz de reparto en "The deer hunter" (El francotirador). De allí en adelante actuó en más de cuarenta películas, entre ellas "Manhattan", "Kramer vs. Kramer", "The french lieutenant's woman" (La mujer del teniente francés), "Out of Africa" (Africa mía), "The bridges of Madison County" (Los puentes de Madison), "A.I. Artificial intelligence" (Inteligencia artificial), "The hours" (Las horas), "Lions for lambs" (Leones por corderos) y la reciente "Julie & Julia". Ha sido dirigida por directores de enorme talento como Fred Zinnemann (1907-1997), Karel Reisz (1926-2002), Alan J. Pakula (1928-1998), Sydney Pollack (1934-2008), Clinton Eastwood (1930), Mike Nichols (1931), Woody Allen (1935), Michael Cimino (1939), Jonathan Demme (1944) y Héctor Babenco (1946). Tras el estreno de "Doubt" (La duda) -un film en el que interpreta a una monja que en la década del '60 se enfrenta a un cura del que sospecha de abusar de sus feligreses-, el periodista Gabriel Lerman (1972) la entrevistó en Los Angeles. La nota fue publicada por la revista argentina "Acción" en su nº 1018 de la segunda quincena de enero de 2009.Respecto de la labor que lleva a cabo en "La duda", ¿es gratificante interpretar a un personaje que al comenzar la película aparenta ser de una manera y luego termina siendo de otra?

Sí, es cierto. Pero es que así somos en la vida: lo que pasa es que siempre estamos prejuzgando a los demás…".

A los cincuentinueve años, cuando muchas de sus coetáneas han pasado a retiro, acumula premios y nuevos roles estelares.

Es verdad, pero eso no siempre eso se ve en los personajes de las películas… No en todas las películas los personajes son tan triviales. Cuanto más contradictorios y complicados son, más interesante es interpretarlos y más nos identificamos con ellos. Es que, en el fondo, todos somos complicados, todos tenemos muchos problemas y es muy gratificante ver que una película trata todas estas complejidades, que son propias del hombre. La riqueza de esta película reside justamente en que pone en escena al hombre y sus conflictos. Me parece magnífico y me gustaría que hubiese más oportunidades como esta. Usualmente esas oportunidades se presentan cuando estás adaptando una obra de teatro a la pantalla grande y te das cuenta entonces de que los personajes hablan demasiado, y hay que concentrarse en tratar de mostrar qué es lo que les ocurre. Hay algo muy poderoso que sólo podés encontrarlo en el cine, pero también podés encontrar un resultado igualmente poderoso cuando se encuentran dos seres humanos con personalidades diametralmente opuestas.

¿Cree que han habido muchos cambios en la Iglesia, respecto a las mujeres, desde la época que retrata el filme?

No demasiados.

Su personaje es una pionera, en cuanto a lo de enfrentarse con un sistema que tradicionalmente es muy machista…

Así es. De alguna manera la Iglesia funciona como el ejército, uno no puede saltarse los rangos.

¿Por qué cree que ella se comporta así?

Bueno, tuvimos una reunión en la que se juntó todo el elenco, de esas que a mí me encantan porque salen a la luz los secretos de todos, y allí John Patrick Shanley dijo que siempre le habían interesado mucho las mujeres. El mismo siempre había sentido que no encajaba. John nació en ese medio; de hecho, el callejón que se ve al principio de la película es el callejón al que daba su ventana cuando era niño. Siempre tuvo un alma artística. Sentía que era distinto a los demás y por eso le interesaban las personas que no estaban en la escala del poder y esa es la razón por la que le interesaban las mujeres, especialmente las monjas. John ama a las mujeres, se interesa por ellas y creo que, en ese sentido, ya tiene la mitad de la batalla ganada. Es lo más importante: interesarse por el otro y ser capaz de ponerse en sus zapatos. Hace poco, intentaba explicarles a mis hijas que yo terminé la escuela primaria en 1963 y que, en el '67, después de graduarme en la escuela secundaria, planeaba seguir estudiando. Pero, en esa época, para una mujer seguir estudiando significaba la posibilidad de conocer a alguien, casarse y, de paso, quizás aprender algo. Las profesiones entre las que podía elegir no eran muchas: maestra, enfermera, peluquera, actriz… derecho, jamás. Hoy en día todos conocen la historia de Sandra Day O'Connor, la única alumna de la facultad de derecho ¿no es así?

Era un mundo completamente diferente…

Sí, y no fue hace tanto tiempo… por lo menos para mí, claro. Este año mi hija ingresa a la universidad y, en la Universidad de California, hay sesenta mujeres inscriptas por cada cuarenta varones. Lo que quiero decir es que las cosas han cambiado muchísimo en general; pero, sin embargo, no sucede lo mismo en las instituciones más poderosas, como la Iglesia, que sigue manteniendo sus jerarquías. Parece imposible que algún día veamos a una mujer dar misa. No hay una versión femenina del Dalai Lama. Si pudieran ponerse en nuestros zapatos sólo por un día, se darían cuenta de que sencillamente somos diferentes. Nada más. Creo que es desde ahí que hay que mirar a la hermana Aloysius. La carrera que eligió la define como persona: es una mujer inteligente, ambiciosa y decidida que tiene una vocación, siente la necesidad de dedicar su vida a construir un mundo mejor. En mi vida, conocí a otras monjas. Por ejemplo, una que, en 1963 y a los noventiseis años, dirigía el sistema escolar de la ciudad de Nueva York. Sólo en Brooklyn ya hay 70.000 alumnos, y era ella la que dirigía todo. No había ninguna otra mujer que hiciera algo parecido: era casi como dirigir una compañía. En Nueva Jersey, donde yo vivía de pequeña, no había ninguna mujer que tuviera una empresa de ese tamaño. Tenía una responsabilidad enorme y, sin embargo, aún no estaba a la misma altura que los hombres, pues debía responder a su párroco. Es una dinámica de poder interesante. Estoy segura de que el enfrentamiento que se da en esta obra, cualquiera sea su naturaleza, tiene mucho que ver con esto. No podría ser de otro modo.

Antes de filmar "La duda" ensayaron durante tres semanas. ¿Prefiere ensayar antes de que comience el rodaje?

En ese aspecto no tengo preferencias. Cada director tiene su propio estilo. Con Spike Jonze, en "Adaptation" (El ladrón de orquídeas), llegábamos al set y empezábamos a rodar directamente. Fue muy divertido. Pero este modo de trabajo también me pareció divertido, y valioso, porque no teníamos mucho tiempo. Cuando hay poco presupuesto, es útil ensayar porque hay que aprovechar el tiempo al máximo. Por ejemplo, la escena de la gran pelea entre Phillip Seymour Hoffman y yo dura diez minutos y, cuando la rodamos, sabíamos que, en términos de tiempo, sólo teníamos tres tomas para lograrla. Por lo menos eso fue lo que nos dijeron, y yo soy muy ingenua. Requirió de un trabajo intenso y por eso fue bueno tener un período de ensayo fuerte. Eso no quiere decir que en el set las cosas no se modificaron; hubo cambios porque cuando llegás allí todo es real. Ya no es como en los ensayos, que tenés que andar cuidándote de no atravesar las paredes: la pared está allí de verdad. Es mucho más real: lo que te rodea es el mundo verdadero y hasta el aire es diferente. El hecho de que los niños estuvieran allí también fue un gran cambio; no habíamos ensayado con ellos, por lo que el desafío se volvió aún mayor.

Al principio del film, su personaje es casi risible, sin embargo, a medida que avanza la trama, se va volviendo muy dramático. ¿Cuán difícil fue acompañar la transformación de la hermana Aloysius?

Fue difícil porque, en un comienzo, John quería algo muy específico. Lo tenía todo cuidadosamente planeado. "Tenés que agacharte y poner tu cabeza así, luego girarla y mirar al niño", me dijo. Y luego agregó: "Después tenés que decir: enderécese". Tener que responder a instrucciones tan precisas me irritaba, me volvía loca, pero ése era el modo en que él lo veía. Quería generar cierta expectativa y que se juzgara a la protagonista desde un principio. Quería instalar ese escenario y luego complicarlo todo, pero el comienzo debía ser muy simple para que el público confiara en sus primeras impresiones acerca de quién era esta monja y cuáles eran sus objetivos. Era muy importante para él.

¿Cuan familiarizada estaba con el funcionamiento de la Iglesia Católica en la época que describe la película?

En el pueblo en que crecí, muchos de mis mejores amigos eran católicos. Mis padres no eran creyentes así que, por supuesto, comencé a interesarme mucho por la religión. Iba a misa con mis amigos y recuerdo que cuando los sacerdotes empezaron a predicar en inglés en lugar de en latín todos nos quedamos horrorizados. Mucho del misterio desaparecía cuando realmente entendías lo que se estaba diciendo. Con ese cambio, la misa perdió parte de su atractivo, quedó reducida a algo que cualquiera podía entender.

¿Y pensó alguna vez en ser monja o tuvo ganas de serlo durante su infancia?

No, nunca. Ni por una milésima de segundo. Pero algunas de mis amigas sí, tenían la vocación, sentían el llamado. Eso me parecía emocionante… escuchar una voz llamándote en medio de la noche. Es muy estimulante.

Su personaje en "La duda" tiene ciertos parecidos al que interpretó en "The Devil wears Prada" (El Diablo viste a la moda). Los dos son contradictorios, y sólo se les ve reír y llorar una vez…

Sin dudas. Creo que aún es difícil hallar mujeres en posiciones de poder en las películas. Quizás el personaje de M en las películas de James Bond, el que interpreta Judi Dench, sea uno de los pocos ejemplos. Todavía nos genera mucha incomodidad ver a mujeres ocupando posiciones de liderazgo y por eso tendemos a demonizarlas. El título de la película, "El Diablo viste a la moda" no es casual. Estamos ingresando en una realidad diferente; nuestros nuevos líderes no se parecen en nada a los antiguos. Todavía tenemos que aclimatarnos un poco a toda esta situación. Entretanto, tuve la oportunidad de interpretar a estas mujeres que, a pesar de ser mayores, tienen el control de sus respectivos mundos. De todos modos, el caso de la hermana Aloysius es un poco diferente.

¿Diría que sobre el final ella duda de su religión?

Creo que lo que ella siente al final es un misterio y me parece importante que así sea. Yo sé lo que significó para mí y también sé que significó algo diferente para mi marido y para mi hija de diecisiete. Es un momento enigmático, como la sonrisa de la Mona Lisa. Se supone que así debe ser. Cuando mis hijos eran pequeños había unos libros en los que podías inventar tu propio final y eso cambiaba todo lo anterior. Esto es igual, cada uno puede darle un sentido diferente.

¿Alguna vez dudó de si su decisión de convertirse en actriz había sido la indicada?

Sí, claro. Muchas veces. Porque parece que todo el tiempo viviéramos en la incertidumbre. En una época, siempre estaba desempleada. Para el resto del mundo puede que parezca que nunca me faltó el trabajo, pero no fue así. Cada vez que termina el rodaje de una película, se abre una suerte de abismo y no sé qué voy a hacer después. Entonces, comienzo a leer el material disponible para tratar de decidir cuál será mi próximo paso, en qué vale la pena invertir tantas energías. Y, a veces, no encuentro nada. Es todo muy incierto, y cuando tenés una familia es más incierto aún. Mi madre siempre me pregunta, con dulzura, "¿cómo podés vivir así?, ¿cómo podés estar sin saber qué vas a hacer el próximo año?". Pero yo tengo la teoría de que, en cierto modo, es eso lo que les permite a los actores desestabilizarse y adoptar otra personalidad: siempre estamos como flotando.

¿Y no le asusta un poco que su hija haya decidido seguir sus pasos?

Nunca me preguntarías eso si conocieras a mi hija. Es muy capaz e imaginativa, tiene un gran sentido del humor y disfruta de su trabajo. Nunca haría nada para desalentar a un hijo mío que hace lo que ama. Y ella ama la actuación.

Daría la sensación de que en su carrera le ha venido bien tener más años. Nunca ha interpretado tantos buenos papeles como ahora…

Es cierto, pero sólo en los últimos tiempos. Hice seis películas en dieciocho meses, pero es la primera vez que hago algo así. Ni siquiera lo hice cuando era joven y estaba llena de energía. La verdad es que las hice porque no podía rechazar ninguno de estos magníficos papeles.

¿Alguna vez le costó recuperarse después del rodaje de una película?

Me costó mucho recuperarme del rodaje de algunas películas, no de las más dramáticas sino de las llamadas pasatistas, de puro entretenimiento; pero siempre tuvo que ver con cosas que estaban sucediendo en mi vida. Eso me afecta mucho más que la filmación en sí. Durante el rodaje de "Julie & Julia" a mi hija le practicaron una apendicectomía de emergencia. Un tiempo después, contrajo un parásito proveniente del tercer mundo y estuvo internada una semana muy grave, incluso llegaron a darle morfina. "Julie & Julia" es una película alegre, pero me hizo muy feliz terminar de filmar… Es imposible para mí estar en dos lugares al mismo tiempo.

Cuando acepta participar en una película, quienes van a participar en el elenco ¿son un factor que tiene en cuenta al tomar su decisión?

Sí, definitivamente, sobre todo en las primeras instancias, cuando recién empiezo a hablar sobre un proyecto. Y por lo general me equivoco. Yo hago mis sugerencias y luego toman sus decisiones, porque no soy productora y nunca me involucro a ese nivel en un proyecto. Siempre me sorprende cómo funciona la combinación de diferentes elementos en una película. Todo el mundo tiene algo interesante que aportar y el trabajo del actor es sacar precisamente eso del que tenés al lado.

¿Le sorprendió el éxito mundial que tuvo "Mamma mia!"?

No, a mí no me sorprendió en lo mas mínimo. Los que se sorprendieron fueron los ejecutivos de Universal…

¿A qué lo atribuye?

A que esta gente suele tener una mirada muy estrecha a la hora de imaginar qué es lo que puede llegar a ser muy popular. Pero un éxito como éste es muy gratificante porque cuando un proyecto rompe con ese estereotipo es muy difícil conseguir el dinero para financiarlo. El presupuesto de "Mamma mia!" apenas alcanzaría para comprar los elementos de utilería en alguna de las tres películas de "Matrix" o en "Hellboy". Vamos, a mí me encanta que Universal haya producido "Hellboy" y varias películas en la misma línea, como "Wanted".

¿Ya sabe lo que sigue para usted?

Sí, voy a trabajar en un proyecto de Nancy Meyers que aún no tiene nombre junto con Alec Baldwin y Steve Martin.

¿De qué trata?

Es una comedia, pero tiene cierta base en la realidad porque lidia con un dilema al que creo que todos nos enfrentamos a determinada edad. La película es sobre una pareja divorciada. Ya hace diez años que se separaron y tienen tres hijos grandes que son veinteañeros. El más chico está a punto de graduarse de la universidad. El siguió adelante con su vida: volvió a casarse con una chica mucho más joven y está comenzando una nueva familia. Por su parte, ella hace mucho tiempo que no tiene novio pero, justo antes de la graduación, conoce a un hombre que llega a interesarle. Ambos van a la graduación y, una noche, se encuentran en el bar, beben unos tragos y comienzan a bailar. Al final, terminan durmiendo juntos y él vuelve a enamorarse de ella. No queda muy claro si el hecho de que, por primera vez, haya otro hombre en la vida de su ex mujer tiene algo que ver con este sentimiento. Sus hijos están muy contentos y la familia vuelve a reunirse, pero la película abre algunos interrogantes: después de una gran historia de amor y de una gran ruptura, ¿hay un punto de no retorno? ¿Qué es lo que perdura de ese amor? ¿Es posible volver a enamorarse? De todo eso se trata la película. Es tierna y entretenida.