21 de noviembre de 2009

William Burroughs. Testimonio sobre una enfermedad (2)

Después de su tratamiento en Londres, Burroughs volvió a los Estados Unidos y sobrevivió a duras penas gracias a la ayuda de sus amigos mientras luchaba contra sus adicciones sin demasiado éxito. Hizo varias apariciones en películas del director Gus Van Sant (1952) y colaboró con otros escritores y artistas en proyectos literarios, cinematográficos, musicales y multimedia. En la década de 1980 se dedicó a la pintura y en 1995 publicó su última obra, un libro de memorias titulado "My education. A book of dreams" (Mi educación. Un libro de sueños). A continuación, la última parte de la introducción a "El almuerzo desnudo".


La vacuna que puede relegar el virus de la droga a un pasado sin futuro existe ya. Esa vacuna es el tratamiento de apomorfina descubierto por un médico inglés cuyo nombre debo ocultar hasta que me autorice a usarlo y a citar pasajes de su libro, que cubre treinta años de tratamiento de alcohólicos y adictos con apomorfina. La apomorfina es un compuesto que se forma al hervir morfina y ácido clorhídrico. Se descubrió años antes de ser utilizado para tratar a los adictos. Durante muchos años, la apomorfina, que no tiene propiedades narcóticas ni analgésicas, se aplicó únicamente como emético, para provocar vómitos en casos de envenenamiento. Actúa directamente sobre el centro del vómito, en el cerebro posterior.
Encontré esta vacuna al final del trayecto de la droga. Estaba viviendo en una habitación del barrio moro de Tánger. Hacía un año que no me bañaba ni me cambiaba de ropa, ni me la quitaba más que para meterme una aguja cada hora en aquella carne fibrosa, como madera gris, de la adicción terminal. Nunca limpié ni quité el polvo de la habitación. Las cajas de ampollas vacías y la basura llegaban hasta el techo. Luz y agua cortadas mucho tiempo por falta de pago. No hacía absolutamente nada. Podía pasarme ocho horas mirándome la punta del zapato. Sólo me ponía en movimiento cuando se vaciaba el reloj de arena corporal de la droga. Si venía a visitarme algún amigo -y rara vez venían, puesto que quedaba poco que visitar de mí- seguía allí sentado sin importarme que hubiese entrado en mi campo visual -una pantalla gris cada vez más confusa y más débil-, ni cuando fuese a salir de él. Si se hubiese muerto en el sitio, yo hubiera seguido allí sentado mirándome el zapato y esperando para revisarle los bolsillos. ¿Tú no? Porque nunca tenía droga suficiente, nadie la tiene nunca. Dos gramos de morfina al día y seguía sin ser suficiente. Y largas esperas delante de la farmacia. En el negocio de la droga la demora es norma. El Hombre nunca llega a la hora. Y no por casualidad. No hay casualidades en el mundo de la droga. Al adicto se le enseña con precisión una y otra vez lo que sucederá si no consigue comprar su ración. Junta el dinero o ya sabes. Y de repente mi hábito empezó a crecer y crecer. Tres, cuatro gramos al día. Y seguía sin bastarme. Y no podía pagar.



Allí estaba, con mi último cheque en la mano, y me di cuenta de que era mi último cheque. Tomé el primer avión a Londres. El médico me explicó que la apomorfina actúa sobre el cerebro posterior para regular el metabolismo y normalizar el flujo sanguíneo de modo que el sistema enzimático de la adicción se destruye en un período de cuatro o cinco días. Una vez regulado el cerebro se retira la apomorfina y sólo vuelve a usarse si hay recaída (nadie toma apomorfina por placer. No se ha registrado ni un solo caso de adicción a la apomorfina). Acepté someterme al tratamiento e ingresé en una clínica. Las primeras veinticuatro horas estuve literalmente loco y paranoico, como les pasa a muchos adictos con fuerte carencia. Veinticuatro horas de tratamiento intensivo de apomorfina disiparon el delirio. El doctor me mostró la ficha. Me habían puesto pequeñas cantidades de morfina que no bastaban para explicar la ausencia de los síntomas de carencia más severos, como calambres en piernas y estómago, fiebre y mi propio síntoma particular y personal, la quemadura fría, una especie de urticaria frotada con mentol por todo el cuerpo. Cada adicto tiene un síntoma particular y personal que escapa a todo control. Faltaba un factor en la ecuación de la carencia, y ese factor no podía ser más que la apomorfina. Vi que el tratamiento de apomorfina funcionaba de verdad. A los ocho días abandoné la clínica y comía y dormía normalmente. Permanecí dos años enteros sin drogarme, un récord desde hacía doce años. Recaí durante unos meses de resultas del dolor de una enfermedad. Otra cura de apomorfina me ha mantenido alejado de la droga hasta el momento en que escribo.La cura de apomorfina es cualitativamente distinta de otros métodos de cura. Los he probado todos. Reducción rápida, reducción lenta, cortisona, antihistamínicos, tranquilizantes, curas de sueño, tolserol, reserpina. Ninguna de esas curas superó la primera oportunidad de reincidir. Puedo asegurar que nunca me curé metabólicamente hasta haber realizado la cura de apomorfina. La abrumadora frecuencia de las recaídas, según las estadísticas del Hospital de Narcóticos de Lexington, ha inducido a muchos médicos a declarar que la adicción es incurable. En Lexington practican una cura de reducción con dolofina y, que yo sepa, nunca han probado con la apomorfina. La realidad es que este tratamiento ha sido muy poco estudiado. No se han hecho investigaciones con variantes de la fórmula de la apomorfina ni con sintéticos. No hay duda de que podrían obtenerse sustancias cincuenta veces más potentes que la apomorfina y eliminarse el efecto secundario del vómito.


La apomorfina es un regulador metabólico y psíquico que puede suspenderse en cuanto ha cumplido su misión. El mundo está inundado de tranquilizantes y estimulantes y, sin embargo, no se presta atención a este regulador único. Ninguno de los grandes laboratorios farmacéuticos ha investigado sobre él. Considero que el estudio de la síntesis de la apomorfina y de sus variantes abrirá las fronteras médicas más allá del problema de la adicción.
La vacuna de la viruela se encontró con la vociferante oposición de un grupo de lunáticos antivacunas. No hay duda de que si el virus de la droga se contrarresta, habrá un clamor de protesta lanzado por individuos interesados o desequilibrados. La droga es un negocio grande; siempre hay maníacos y especuladores. No se les debe permitir que interfieran la labor esencial de aplicar el tratamiento de inoculación y cuarentena. El virus de la droga es el principal problema de salud pública en el mundo de hoy.
Puesto que "El almuerzo desnudo" trata de este problema, es brutal, obsceno y repugnante por necesidad. La Enfermedad suele tener detalles repulsivos no aptos para estómagos sensibles.
Ciertos pasajes del libro que han sido calificados de pornográficos están escritos como una proclama contra la pena de muerte, a la manera de "A modest proposal" (Una modesta proposición) de Jonathan Swift. Esas secciones pretenden poner al descubierto que la pena capital es un anacronismo obsceno, bárbaro y repugnante. Como siempre, el almuerzo está desnudo. Si los países civilizados quieren volver a los ritos druídicos de la horca en el Bosque Sagrado, a beber sangre con los aztecas o a alimentar a sus dioses con sangre de sacrificios humanos, que vean lo que de verdad comen y beben. Que vean lo que hay en la gran cuchara de las noticias. Tengo casi terminada una secuela de "El almuerzo desnudo". Una extensión matemática del álgebra de la necesidad más allá del virus de la droga. Porque hay muchas formas de adicción, creo que todas ellas obedecen a ciertas leyes elementales. Con palabras de Heiderberg: "Quizá éste no sea el mejor de los universos posibles pero es muy probable que sea uno de los más simples". Si el hombre logra ver.


Post scriptum... ¿Y tú no?
Y hablando personalmente, y si un hombre habla de cualquier otra manera ya podemos ir empezando a buscar a su Papaíto Protoplasma o Célula Madre... No quiero oír más historias sabidas ni más mentiras sobre drogas... Las mismas cosas repetidas un millón de veces y más cuando no vale la pena decir nada porque nunca pasa nada en el mundo de la droga.
La única excusa para esta agotada ruta de muerte es la sensación cuando el circuito de la droga se cierra por falta de pago y la piel drogada se muere por falta de droga y sobredosis de tiempo y la Piel Vieja ha olvidado el juego de la piel acortando el camino cubierto por la droga como hacen las pieles... Se precipita un estado de exposición total cuando el Adicto Golpeante no puede sino ver, oler y oír... Cuidado con los coches...
Está claro que la droga es una ruta-alrededor-del-mundo-empujando-una-bolita-de-opio-con-la-nariz. Estrictamente para escarabajos-vagabundo montón de basura-droga. Y por tanto listo para liquidación. Cansado de verlo por ahí. Los yonquis siempre se quejan de frío, como ellos lo llaman; se levantan el cuello de sus chaquetas negras y se abrigan el flaco pescuezo... pura trampa de drogado. Un yonqui no quiere sentir calor, quiere estar fresco, más fresco, frío. Pero quiere el frío como quiere su droga, no fuera, donde no le sirve de nada, sino dentro, para poder estar sentado por ahí con la columna vertebral como un gato hidráulico... y su metabolismo aproximándose al cero absoluto. Muchas veces los adictos terminales se pasan dos meses sin mover el vientre y los intestinos forman adherencias permanentes -¿a quién no?- que requieren la intervención de un descorazonador de manzanas o de su equivalente quirúrgico... Así es la vida en la Vieja Casa de Hielo. ¿Para qué moverse y perder el tiempo?
Hay sitio para uno más, señor. Algunos individuos van de sensaciones termodinámicas. Inventaron la termodinámica... ¿No lo harías tú? Y algunos de nosotros buscamos sensaciones diferentes y se hace abiertamente igual que me gusta ver lo que como y viceversa "mutatis mutandis" si se tercia. "El salón del almuerzo desnudo de Bill"... Pasen ustedes... Bueno para jóvenes y viejos, hombres y bestias. Nada como un poco de aceite de culebra para engrasar las ruedas y montar el número en la pista, Bautista. ¿De qué lado estás? ¿Congelado hidráulico? ¿O quieres echar un vistazo con el Buen Bill?
Este es, pues, el Problema de la Salud Mundial del que hablaba en el Artículo. El Panorama que se Despliega ante Nosotros, Amigos Míos. ¿Oigo murmurar algo sobre una navaja particular y un timador de segunda conocido porque inventó La Cuenta? ¿Tú no? La navaja perteneció a un hombre llamado Occam, y no fue un coleccionista de cicatrices. Ludwig Wittgenstein, "Tractatus logicus philosophicus" (Tratado lógico filosófico): "Si una proposición no es necesaria, no tiene sentido y se aproxima al significado cero". ¿Y qué hay más innecesario que la droga si Tú no la necesitas? Respuesta: los yonquis, si Tú no te drogas.


Les aseguro que he oído bastantes conversaciones lentas, pero ningún otro grupo social puede compararse a la lentitud termodinámica de la droga. El adicto a la heroína no dice apenas nada, y eso puedo aguantarlo. Pero el fumador de opio ya es más activo, puesto que tiene una tienda y una Lámpara... y tal vez 7-9-10 allí tendidos como reptiles que invernan y mantienen la temperatura a Nivel de Conversación: qué bajo han caído los otros yonquis, "en cambio nosotros, "nosotros" tenemos la tienda y la lámpara y la tienda y la lámpara y la tienda y aquí está agradable y caliente agradable y caliente, agradable y aquí y agradable y afuera hace frío... Hace frío afuera donde los comedores de basura y los chicos de la aguja no durarán dos años, no, ni siquiera seis meses durarán vagabundeando por ahí, no tienen nada de clase... En cambio nosotros estamos aquí sentados y nunca aumentamos la dosis... nunca-nunca aumentamos la dosis nunca excepto esta noche que es una noche especial con todos esos comedores de basura y chicos de la aguja ahí fuera pasando frío... y nunca nos lo comemos, nunca, nunca, nunca lo comemos... Disculpe por favor, voy hasta la Fuente de las Gotas Vivas que todos tienen en el bolsillo y las bolitas de opio que se meten por el culo en un dedil mezcladas con las Joyas de la Familia y la otra mierda.
Hay sitio para uno más, señor. Bueno, cuando el disco empieza a girar por el billonésimo año luz y el rollo no cambia jamás, nosotros los no-yonquis tomamos una actitud drástica y los hombres se separan de los jovenzuelos de la droga. La única forma de protegerse de tan terrible peligro es venir aquí y amancebarse con caribdis... Te trataré bien, chico... Caramelos y cigarrillos. Aquí estoy, después de quince años metido en esa tienda. Dentro y fuera, dentro y fuera, dentro y fuera. Cambio y corto. Escuchen pues al viejo tío Bill Burroughs que inventó el truco del regulador de la máquina de sumar Burroughs, basado en el principio del gato hidráulico, hagas lo que hagas con la palanca, siempre el mismo resultado para unas coordenadas dadas. Sigue mis lecciones cuanto antes... ¿No quieres?
Bebés paregóricos del mundo, unios. No tenemos nada que perder, sólo nuestros Traficantes. Y no son necesarios. Miren. Miren bien el camino de la droga antes de viajar por él y liarse con las Malas Compañías. Palabras para el que sabe.