5 de septiembre de 2010

Rodrigo Rey Rosa: "Aunque no lo parezca, aunque no quiera parecerlo, ésta es una obra de ficción"

Rodrigo Rey Rosa (1958) es uno de los narradores contemporáneos más originales dentro de la literatura latinoamericana. Nacido en una Guatemala sumida en un torbellino de violencia política y social provocada por los intereses económicos de Estados Unidos en la región, abandonó su país y residió un tiempo en Nueva York. Allí se matriculó en una escuela de cine y, posteriormente, se trasladó a Marruecos, donde conoció al escritor estadounidense Paul Bowles (1910-1999) quien le tradujo al inglés sus tres primeras obras -"El cuchillo del mendigo", "El agua quieta" y "Cárcel de árboles"-, permitiéndole darse a conocer en el mundo anglosajón. Tanto éstas como las siguientes "El salvador de buques", "Lo que soñó Sebastián", "El cojo bueno", "Ningún lugar sagrado", "La orilla africana", "Caballeriza", "Que me maten si…", "Piedras encantadas", "El tren a Travancore", "Otro zoo" y "Siempre juntos y otros cuentos" han sido traducidas al alemán, francés, danés, italiano, portugués y japonés. La obra de Rey Rosa, quien suele ocuparse desde sus ficciones de la brutal violencia que asoló a su país a lo largo del siglo XX, se caracteriza por una prosa concisa y minimalista, y se destaca por cierta ambigüedad y misterio propios de las técnicas de la novela negra. En 2004 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Miguel Angel Asturias, máximo galardón que el gobierno de su país otorga a un escritor por la totalidad de su obra. Su última novela, "El material humano", surgió a partir de las anotaciones que tomó en sus visitas al archivo de la Policía Nacional encontrado en 2005 en un hospital abandonado -a las afueras de la Ciudad de Guatemala- que fuera usado como centro de torturas. En dicho archivo, cuya existencia había sido negada por los oficiales de la institución, se encontraron millones de documentos -carpetas, libretas, fotografías- que daban testimonio del conflicto que generó más de 200 mil muertos y 40 mil desaparecidos. Mientras la Procuraduría de los Derechos Humanos ordenaba el material, Rey Rosa consiguió autorización para investigarlo. Así, durante tres meses visitó el lugar y anotó en cuadernos, libretas y papeles sus impresiones, las que, en el libro, aparecen en forma de diario entremezcladas con viajes, sueños, peleas de pareja, 
pesquisas detectivescas, entrevistas y los minúsculos sucesos del día. "El material humano" -nombre que se le daba a los detenidos al ingresar al Cuartel de Policía- abre con un epígrafe que dice: "Aunque no lo parezca, aunque no quiera parecerlo, ésta es una obra de ficción", y sobre ella dialogó, vía correo electrónico desde la ciudad de Guatemala, con Carlos Ríos para la página "BazarAmericano" actualizada en agosto de 2010.


¿Qué modificaciones ha tenido el estatuto de ficción, desde "Cárcel de árboles" de 1992 a "El material humano" de 2009? Desde el punto de vista del autor, ¿cómo ha sido esa experiencia?

Tal vez la diferencia entre un libro como "Cárcel de árboles" y "El material humano" tenga que ver con el punto de vista desde el que se ve el "problema" -Guatemala, en este caso-. En el primero de estos libros lo veía desde fuera y desde lejos (vivía en Tánger entonces); en el segundo estaba dentro, no había ninguna distancia.

Hablemos de las fichas encontradas en el Gabinete de Identificación e incluidas en "El material humano". Lejos de su aprovechamiento estético, aparecen en el libro expuestas sin más, como atestiguando la imposibilidad de ser procesadas desde la literatura, exhibiendo su resistencia. ¿Cuál fue tu experiencia después de leer y apuntar esas fichas? ¿A partir de qué surge la imposibilidad del tratamiento ficcional de esos materiales? Me gustaría que nos relataras qué sucedió ahí...

Después de que me impidieran seguir visitando el Archivo, al releer esas fichas, que tuve que copiar a mano en una libreta porque tenía prohibido hacer fotocopias, me di cuenta de que su lectura tenía algo de hipnótico -era difícil detener la lectura- y aun de poético. Creo que si hubiera intentado "novelarlas" habrían perdido esas cualidades.

¿"El material humano" abre un sistema de composición diferente al resto de tus libros? Trabajar desde la notación -esas formas breves e intensas-, asumirte como un testigo documental con tintes biográficos y hasta intimistas, la exploración de los materiales de tus libros anteriores desde otra perspectiva... ¿Las posibilidades siempre son las mismas o el margen para hacer literatura se ha tornado más estrecho?

Pero no sé muy bien lo que es "hacer literatura". Sí creo que los márgenes de fabulación se hacen más estrechos. A veces el placer de escribir está en esto, en la posibilidad de fabular, es cierto. Pero existen otros placeres, ¿tal vez menos saludables?

En el libro aparece mencionado más de una vez el libro "Borges" de Adolfo Bioy Casares, diario de casi mil setecientas páginas escrito a lo largo de medio siglo, enorme archivo que nos acerca al pensamiento privado de Jorge Luis Borges, su erudición pero también el comentario en crudo sobre libros, escritores y ciertos temas de la realidad argentina. ¿Qué incidencia tuvo el libro de Bioy Casares en el tuyo? Por otro lado, el protagonista manifiesta sentirse entretenido pero a la vez disgustado "por algunos pasajes del 'Borges' de Bioy", leído a la par de las visitas al Archivo. ¿A qué se debe ese disgusto?

Creo que la lectura del "Borges" tuvo en efecto mucha incidencia en la escritura del mío. La idea del diario monotemático viene de allí. Lo que me disgustaba a ratos supongo que eran algunas descripciones que hace Bioy de lo que podrían llamarse los problemas fisiológicos de Borges.

Un archivo, por lo general, carece de un autor conocido. Siempre pesa más el volumen documental y lo que guarda, oculta y muestra que la identidad de sus constructores. En "El material humano", la indagación de la vida de Benedicto Tun, personaje ligado íntimamente al Gabinete de Identificación por medio siglo, es un punto de reflexión sobre esa zona donde el poder de las capas medias repliega sus individualidades. Desde esta óptica, ¿qué efectos produce el desplazamiento de la figura de autor hacia el interior del relato y su investigación sobre la figura del bachiller Tun?

Ese desplazamiento responde sobre todo a un hecho anecdótico. Cuando me prohibieron seguir visitando el Archivo, tuve la buena suerte de encontrar (por medio de la guía telefónica) al hijo del archivista, el hombre que había creado el Gabinete de Identificación y que lo dirigió durante más de cincuenta años. Sin ese hallazgo tal vez no habría conseguido seguir escribiendo el libro, tal vez habría perdido el interés. La ironía resultó ser que el hijo del archivista, que estaba deseoso de hablar acerca de su padre, como explico en el libro, era un abogado con ideas de izquierda moderada, simpatizante de los movimientos revolucionarios, sin llegar a ser militante. Y su hijo, o sea, el nieto del bachiller, escribe teatro y trabaja en un proyecto de resarcimiento para las víctimas del conflicto armado.

¿Cómo funciona el sistema de citas distribuidas a lo largo del libro? El protagonista acude a ellas como si el "exceso de realidad" que detona la presencia del Archivo necesitara las mediaciones de la escritura. "No pensar en cambiar las cosas, sino en alejarse", escribe. ¿El desafío de una literatura es encontrar esa distancia exacta entre los hechos y su abordaje estético?

Las citas provienen de los libros que leía mientras escribía "El material humano"; creo que de alguna manera son comentarios, más o menos pertinentes, más o menos caprichosos, sobre lo que iba contando.

El Archivo posee una doble articulación: testimonio de la violencia ejercida por el Estado -lo que muchos quisieran olvidar, como se lee en "El material humano"- y la posibilidad de conocer y difundir los pormenores de cada caso con el ánimo de no repetirlos. Archivo visto como síntoma y como "la impaciencia absoluta de un deseo de memoria", para ponerlo en palabras de Derrida. ¿Es posible que exista, aun en un archivo tan terrible como el de la policía guatemalteca, un aval del porvenir?

A base de muchos de los documentos encontrados allí ha sido posible establecer hilos de mando en las estructuras policíacas y militares, y así atribuir responsabilidades -por delitos contra los derechos humanos- a varios personajes públicos, algunos de ellos todavía activos en la vida política del país. Hay casos de desaparición y tortura que hace algunos años habría sido imposible llevar a los tribunales, y que ahora, gracias al Proyecto de Recuperación del Archivo, están siendo ventilados.

En diferentes entrevistas has mencionado la importancia del efecto físico al momento de escribir. El libro indaga la historia guatemalteca inscripta en los cuerpos y las identidades. El homicidio, el secuestro, la detención, el temor a perder la vida, la atmósfera de vigilancia e incertidumbre que se profundiza a medida que van sucediéndose las entradas de cuadernos y libretas. ¿Cómo fue esa experiencia física de escritura que derivó en "El material humano"?

Tengo que reconocer que a menudo sentí miedo, igual que el protagonista. Pero después del miedo a veces viene un sentimiento físico de libertad, la libertad de dejar escrito exactamente lo que viene al correr de la pluma.