2 de abril de 2012

P.D. James: "Es muy fácil escribir mal una novela policíaca, lo realmente difícil es escribirla bien" (3)

El prolífico novelista y editor británico Martin Booth (1944-2004) consideraba que los cuentos de Sherlock Holmes "pueden ser ingeniosos, pero difícilmente sean creíbles". Los de P.D. James, en cambio, son decididamente ingeniosos y además fácilmente creíbles. El pensamiento deductivo y la lógica aplicada a la detección, en la autora de "Death in holy orders" (Muerte en el seminario) son impecables y por momentos están a la altura de las mejores historias de Sherlock Holmes, pero con las exactitudes que a Conan Doyle nunca le preocuparon. Respecto de la medicina legal y el trabajo de los forenses, por ejemplo, sus libros son casi obras de consulta, pequeños tratados que resumen las cuidadosas investigaciones que realiza para que cada trama sea no sólo verosímil sino verdadera en todos los detalles en que importa no falsear la realidad. En "Original sin" (Pecado original), por caso, es notable la claridad científica con que establece las pautas para evaluar el tiempo transcurrido desde la muerte en función del rigor mortis y todos sus posibles factores de incidencia. Agatha Christie (1890-1976), considerada la reina madre del género policial británico, escribía en los años '30. "En esa época -dice James- era el médico clínico local quien practicaba la autopsia al terminar con la última cirugía, luego de lo cual siempre estaba en condiciones de proporcionar al brillante detective aficionado más información acerca de cómo había muerto la víctima que la que hubiese podido proporcionar un moderno patólogo forense en quince días". Pero la autora de "Death of an expert witness" (Muerte de un forense), es su heredera sólo a medias: describe los mismos ambientes cálidos, de techos bajos, el mismo fuego en el hogar dando sentido y dirección a las miradas, la misma tetera de porcelana y los sillones tapizados con telas decoradas, y afuera el jardín lleno de rosas y más allá el maravilloso pueblito inglés con la calle principal serpenteando entre las casas hasta perderse en el bosque. Pero también crea importantes empresas editoriales con oficinas instaladas en palacetes asomados a las márgenes del Támesis, o modernos hospitales-escuela donde se forman enfermeras y donde también pueden morir si alguien descubre un viejo y turbio secreto que se relaciona con el espionaje y el contraespionaje en la Alemania nazi. En la tercera parte del compendio de entrevistas, P.D. James habla sobre sus colegas novelistas del género policial y sobre su propia muerte.


Con frecuencia se dice que las mujeres en particular son muy buenas en el arte de narrar historias policíacas. ¿Por qué piensa usted que es? ¿Ellas son más intuitivas, u observadoras de detalles, o comprensivas?

Seguramente es verdad que las mujeres sobresalen en la novela policíaca tradicional, aunque es menos acertado que lo hagan con la dureza y la acción rápida de la novela de crimen violento, que es todavía en gran parte del dominio de escritores masculinos. Una razón del porqué las mujeres están bien en la escritura de historias policíacas puede ser nuestro ojo femenino para el detalle; la fabricación de pistas exige la atención al detalle de la vida diaria. George Orwell decía que el asesinato, el crimen único, debería levantar sólo emociones fuertes, y nosotras estamos interesadas en aquellas emociones más que en otras cosas.

Cuando usted escribió su primera novela, ¿le sorprendió que fuese aceptada?

No. Estaba encantada. Yo siempre sentí que si lograba escribir un libro, éste sería publicado. Tal como pasó; los primeros editores a quienes envié mi manuscrito, Faber & Faber, lo aceptaron. He estado con ellos desde entonces. Tuve suerte; hay novelistas muy buenos cuyos escritorios están llenos de notas de rechazo.

¿Cuál fue su reacción inicial y qué hizo para celebrar cuando fue aceptada para su publicación su primera novela? O, ¿qué hizo cuando vio por primera vez su historia debut en forma de libro en la estantería de una librería?

Puedo recordar que el momento más emocionante de todos fue cuando llegué a casa desde el trabajo, porque yo estaba trabajando en el Servicio de Salud entonces, para sostener a mis dos hijas pequeñas y a mi marido enfermo. Llegué a casa e hice todo lo habitual. Luego sonó el teléfono y era mi agente que me dijo: "Su libro va a ser publicado, ha sido aceptado por Faber & Faber". Bueno, ese fue uno de los grandes momentos de mi vida. Y puedo recordar que comprendí, por primera vez, lo que la gente entiende por "bailar de alegría". Lo hice alrededor de la sala. No había nadie allí, mi marido estaba en el hospital, por lo que no había nadie con quien compartir, pero fue un gran momento. Y después de eso, fue una gran satisfacción sostener el libro en mis manos, cuando me lo enviaron una vez que estuvo listo. Y mayor fue la emoción cuando vi por primera vez al libro en el estante de una librería, porque eso significaba que mi gran ambición se iba a cumplir, que iba a ser una escritora publicada. Pero nada se acercó a ese momento de saber que iba a ser publicada. También recuerdo que mi hija iba a las librerías y movía mi libro a la parte delantera.

Entonces el éxito de aquel primer libro la animó, y usted continuó. Y después de once historias policíacas, usted produjo "Hijos de los hombres" que, ¿se podría describir como una fábula futurista moral?

Sí, esa es una descripción justa, porque no pienso en ella como ciencia ficción, como algunos han dicho. No intenté escribir una fábula moral, pero salió así. Esa vez no fue un escenario, un lugar lo que me inspiró, sino la lectura de un libro científico que hablaba de la drástica caída en el conteo de esperma de los hombres occidentales (el 50% en dos años). Le pregunté a algunos científicos acerca de esto y me dijeron que tal vez era debido a la contaminación. Pero el artículo me llevó a reflexionar sobre otro factor: el de todos los miles de millones de formas de vida que han habitado la Tierra. La mayoría ya han muerto y el fin natural del hombre es desaparecer también. El tiempo que nuestra especie ha pasado sobre este planeta es un mero parpadeo. Entonces me pregunté lo que sería Inglaterra, digamos, veinticinco años después de que naciese el último bebé, veinticinco años en los que nadie oyese el llanto de un bebé. Me senté y lo escribí. Hay un asesinato pero no es una historia de detectives. Como usted ha dicho, es una parábola moral, muy diferente de mis otros libros.

El mayor problema del mundo es la superpoblación, no el conteo de esperma del hombre Occidental. La caída en la cuenta de esperma podría ser una bendición, ¿no lo piensa usted?

Lo sé. La India no puede hacerle frente. Dicen que los chinos están reduciendo su población, pero, ¿a qué precio? En Africa, el SIDA y el hambre son las principales causas de muerte. Pero en Occidente la tasa de natalidad está disminuyendo. Así que, o el hombre utiliza su conocimiento para regular su fertilidad, o la especie está condenada.

Volviendo a la literatura, ¿qué novelistas del género policial le agradaban a usted antes de comenzar a escribir?

Leía sobre todo a escritoras: Dorothy Sayers, Ngaio Marsh, Josephine Tey. Por una cuestión de hermandad... No leo muchas novelas de crimen ahora, ellas no son mi lectura favorita.

¿En cuanto a contemporáneas como Ruth Rendell?

Me gusta ella. Ruth Rendell escribe historias policíacas bajo su propio nombre y novelas de crimen bajo el seudónimo de Barbara Vine. Admiro y prefiero a la última.

Usted ya ha aludido a varios precursores -Agatha Christie, Dorothy Sayers, Hammet, Chandler-... Me gustaría preguntarle acerca de dos de los más grandes de todos los tiempos. Comencemos con Sherlock Holmes, el detective de Arthur Conan Doyle.

Cada escritor de novelas policíacas ha tenido la influencia de Arthur Conan Doyle, acaso sólo inconscientemente. El legó al género la capacidad de contar una historia y la capacidad de crear un mundo específico y distintivo. El es también, desde luego, el creador de uno de los primeros y seguramente el más famoso de todos los detectives aficionados, Sherlock Holmes. Probablemente su mayor contribución a este tipo de narrativa consista en que logró hacer al género popular, una popularidad que posteriormente nunca se perdió.

¿Y Georges Simenon? ¿Lo leyó usted mucho?

Tengo una gran admiración hacia su trabajo; él es un novelista muy bueno cualquiera sea el criterio con que se lo mire, con una comprensión notable de psicología humana, en particular el de la mente criminal. El trabajó en lo que pienso debe ser un camino único para el escritor de novelas policiales, en cuanto a que nos enseñó que las historias no deben ser trazadas por adelantado. Lo que él hacía era escoger los nombres de sus personajes de la guía telefónica y luego ponerlos en una cierta situación, y allí los dejaba desarrollarse. Esto, desde luego, no sería un método razonable de funcionamiento para un novelista policíaco, ya que no es realmente comparable con la fabricación cuidadosa de pistas que la detección clásica requiere. Georges Simenon, en mi opinión, era un escritor de novelas policíacas; uno muy fino, y no principalmente un escritor de historias de detectives.

Dentro de la novela policial, ¿quién es su detective favorito?

Bueno, me gusta Morse, el inspector Morse de Colin Dexter. Es muy popular aquí, en Inglaterra. Son historias de Oxford, y yo nací en Oxford; conozco la ciudad y supongo que esa es una de las grandes atracciones de la serie de Morse. Las adaptaciones que han hecho para la televisión están muy bien hechas, y también son muy fieles a los libros.

Me gustaría pasar a otro punto, al cual usted aludió antes: la preocupación por la muerte. Aparte de su interés profesional, ¿está personalmente preocupada usted por ello?

Yo siempre veo el "cráneo bajo la piel", que casualmente, es el título de uno de mis libros. Yo siempre estaba preocupada por la muerte y hoy en día pienso en mi propia muerte a menudo. Pero, como dijo Shakespeare, "la preparación es todo". No temo a la muerte; lo que temo es perder la mente y tener una muerte larga, prolongada, dolorosa. Siento que he sido privilegiada con una larga vida. Aquellos que sobrevivimos a la última guerra, o hemos visto a amigos más jóvenes morir de cáncer o de un infarto, somos particularmente conscientes de la suerte que tenemos. Mi padre solía decir "ya estoy viviendo un tiempo prestado". Estoy agradecida por cada día suplementario que tengo. Realmente me gusta la vida y, mientras esté sana, espero que continúe durante mucho tiempo.

¿Es usted religiosa? ¿Cree en una vida después de la muerte?

Ciertamente creo en Dios. Como cristiana, una debería creer en "la resurrección del cuerpo", pero yo no lo creo. Espero que el alma sea eterna. Más bien me siento atraída por la idea budista de la reencarnación.

La reencarnación supone ser un proceso de purificación hasta que alcancemos el "nirvana", que es el vacío, la nada. Nunca he entendido bien esto. ¿No es lo que creen los ateos?

¡Más bien espero que la reencarnación signifique una vida futura mejor!

Bromas aparte, la verdad es que no sabemos y que no lo podemos saber. Pero hemos perdido la capacidad de aceptar y vivir con el misterio.

Estoy absolutamente de acuerdo. La religión desprovista de misterio y belleza no es nada. Lo único que conseguimos es una invitación para algo más allá de este mundo. Yo realmente creo en la salvación por el amor. Es mi religión, y no creo que el cristianismo sea el único camino; que nadie llegue a Dios excepto por Jesucristo. Condenar a la gran mayoría de la raza humana porque no conoce a Jesucristo es absurdo. Quizás tenga una opinión simplista de estas cosas, pero pienso que disciplinas espirituales diferentes pueden también enseñarnos el camino hasta la cumbre de la montaña. Cada uno escoge su propio camino. La fe cristiana es bastante diferente de la de un budista o un musulmán, pero espero que todos lleguemos allí, tarde o temprano.