14 de julio de 2012

Alberto Pecznik: "La muerte nos iguala. La condición mortal desmantela las alucinaciones de la inmortalidad y la omnipotencia"


Alberto Pecznik (1957) es médico psicoanalista y psicooncólogo. Nacido en Buenos Aires, egresó de la Facultad de Medicina de la UBA especializándose primero en Clínica Médica. Luego realizó estudios de Homeopatía obteniendo el título de Médico Homeópata en el Instituto Boiron de Lyon, Francia. Más tarde realizó cursos de perfeccionamiento en Dolor y Medicina Paliativa dictados por la Facultad de Medicina de la Universidad del Salvador y los postgrados en Psicooncología en la Asociación Médica Argentina y en Psicoanálisis con Orientación Adultos en la Universidad de la Matanza. Ejerce la docencia y colabora en la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados en el área de Formación Permanente y del Taller de Supervisión en Psicooncología y Cuidados Paliativos. Su inquietud lo llevó, simultáneamente a sus estudios académicos, a buscar por el camino del arte una comprensión mayor de la existencia, el dolor y el sufrimiento humanos. Para ello desarrolló un pequeño taller de arteterapia en su consultorio dirigido a los diferentes requerimientos de los pacientes. Es autor de numerosos trabajos científicos y autor de los libros "La homeopatía y algunas de la patologías más frecuentes de la practica diaria" y "El sujeto ante su muerte. Violencia y terminalidad terapéutica". En este último, de reciente aparición, Pecznik examina los modos en que los individuos reaccionan frente a una dolencia incurable y las dificultades inherentes a enfrentar esa última experiencia traumática e intransferible. A partir de su larga experiencia como médico del dolor y cuidados paliativos analiza la situación singular del sujeto que tiene conciencia de su propia muerte y la de su familia desde un abordaje psicoanalítico. En la entrevista que le concedió a Carlos Maslatón para el nº 458 de la revista "Ñ" del 7 de julio de 2012, el doctor Pecznik habla sobre la importancia crucial de los recursos terapéuticos que los especialistas en cuidados paliativos deben tener en cuenta para atenuar el dolor y la ira del muriente y su entorno familiar.


Las sociedades occidentales están atravesadas por la negación de la muerte. ¿De qué manera es posible prepararse a lo largo del ciclo biológico para enfrentar la muerte propia y ajena?

Este punto puede tener varias explicaciones. Desde la perspectiva psicológica, la muerte carece de representación en la conciencia. Las sociedades occidentales no sólo están atravesadas por la negación a la muerte, sino también por la negación a los derechos en vida, por el derecho a la vida, siendo la muerte el último tramo de este ciclo. La cultura en la que estamos inmersos nos conduce, indefectiblemente, a un espacio delirante, donde el sujeto se cree omnipotente e inmortal; un espacio atemporal donde se confunden deseos por imposiciones culturales. Desear está prohibido y predomina la lógica del castigo por desear, y la culpa. De esta manera, no hay lugar para ningún tipo de finitud; no está prevista en los planes, como tampoco hay lugar para realizar procesos, ni para cultivar la subjetividad. Bajo estas condiciones, resulta dudoso que existan formas de preparase para la muerte y, menos aún, para la propia muerte. En realidad, deberíamos prepararnos para la vida, con un sujeto en una posición más realista.

¿Qué herramientas metodológicas se utilizan para reencauzar la agresividad y la violencia con que muchos pacientes afrontan el proceso de una dolencia terminal? ¿Por qué la violencia tiene preeminencia como eje argumentativo de su texto, por sobre otras posibles reacciones emocionales de los enfermos?

Tomo a la violencia como eje de mi trabajo porque es el decantado principal de la antinomia vida/muerte. Porque es la respuesta predecible y previsible frente a la mayor herida narcisista. En la toma de conciencia de este saber negado, se produce una ruptura de la lógica del pensamiento, un "crash". La paradoja antes negada se hace consciente. Se está vivo muriendo. Esto pasaría a ser experimentado como el fracaso de los fracasos, en especial el de los provenientes de los mandatos culturales. Omnipotencia e infinitud son conceptos que desaparecen. La muerte, la condición mortal nos iguala. Entonces, inevitablemente, sobrevienen los malos tratos. El primero de ellos, por supuesto, es impuesto por el sistema de salud al individuo sufriente que pasa a constituirse en una molestia, en la prueba del fracaso de una serie de alucinaciones, entre ellas la de que la Medicina todo lo puede. También, desmantela las alucinaciones de la inmortalidad y la omnipotencia. De esta manera, el sujeto deviene en objeto y es utilizado, en nombre de un falso paternalismo, como conejillo de Indias de tratamientos interminables y queda cautivo del ensañamiento terapéutico. No existe una fórmula única para reencauzar la agresividad y la violencia del muriente. Cada momento demandará una concordancia especial con el terapeuta, dependiendo de cada sujeto, y del momento vital en que éste se encuentre en relación a sus proyectos y a su enfermedad, gravitando también aspectos como la fortaleza de su yo, su universo afectivo y vincular. A partir de estos registros se construirá un espacio para realizar el trabajo terapéutico que opere como catalizador de la violencia.

¿Es viable pensar que la psicooncología y las terapéuticas paliativas sólo pueden concebirse como una modalidad para instaurar en el paciente la idea de aceptación?

De por sí, lograr la aceptación no es poco. Pero alcanzar esa instancia dista mucho de ser un adiestramiento. La aceptación no es una respuesta pasiva ni el sometimiento a un destino ineludible. La aceptación implica una renuncia, un trabajo activo de un proceso de duelo. Este trabajo de duelo propone afrontar la realidad y reconfigurarla, convertirla en una nueva realidad, donde el aquí y ahora sean lo importante. En este libro afirmo que "hace falta Eros aún para morir". Este concepto significa seguir siendo vital aún con conciencia de muerte. Ser vital es mantener una actitud activa, creativa, editando desde el deseo cada tramo de la vida, aún en los momentos de mayor dolor.

¿Cómo se trabaja terapéuticamente para que las transformaciones malignas que se producen en el paciente y en su entorno familiar tras la confirmación del carácter irreversible de la enfermedad puedan devenir en transformaciones benignas?

La situación de terminalidad es, sin duda, la situación más traumática de la vida. El psicoanálisis procura articular los recursos psíquicos de cada sujeto, permitiéndole vivir la realidad de una manera más activa y creativa, conciliando sus experiencias penosas y dándoles un nuevo sentido. Transitar esto es lo que describo como proceso de transformación benigna, una situación de buen vivir, donde la muerte esté incluida. De esta manera, el sujeto revaloriza su autonomía, sus capacidades funcionales y su interacción con sus afectos, incluyendo a la pérdida, al dolor y a la enfermedad como partes de la vida. Las psicoterapias, en general, y la terapia psicoanalítica tienen como objetivo que el sujeto pueda hacer consciente la mayor cantidad de obstáculos que se interponen en el logro de su estado de bienestar y satisfacción vital.

¿Cuáles son las exigencias éticas que se le plantean como terapeuta frente a pacientes en fase terminal?

Al incluir la finitud como parte de la vida no tendríamos por qué diferenciar este tratamiento del de cualquier persona que consultara, en cualquier momento de su vida, por algún motivo relacionado con alguna problemática vinculada a su salud emocional. No deberíamos etiquetar al sujeto ni discriminar su salud mental en función de una condición vital de terminalidad terapéutica o no. Por supuesto, es cierto que estamos frente a un sujeto que se encuentra ante la situación más dramática de su existencia pero las exigencias éticas de estos pacientes tiene la misma magnitud que en el resto.

¿Qué es el arteterapia?

El arte es un medio expresivo y comunicativo del ser humano a través del cual se pueden expresar ideas, emociones, valores y la visión individual del mundo. El arteterapia es una disciplina del campo de la psicoterapia en el que se emplean recursos de las artes con objetivos terapéuticos. El arte ocuparía el lugar de la herramienta con la cual el individuo pone de manifiesto sus afectos, sentimientos, emociones y conflictos para luego elaborarlos y procesarlos.

¿Por qué arteterapia?

Porque mientras que el lenguaje verbal tiene una significación predeterminada, el lenguaje artístico puede carecer de significado previo. Las imágenes siempre tienen un sentido se sepa éste o no. Mientras lo expresivo se manifiesta en la producción artística, luego se elabora en el proceso terapéutico. El objetivo final no es el producto artístico sino la búsqueda de sentido en el proceso psicoterapéutico a través de la elaboración del contenido inconsciente y consciente. El modelo puesto en juego le da al paciente una participación activa.

¿Cuándo es indicada?

En enfermedades prolongadas o terminales como el Alhzeimer o el cáncer, pero también para casos de capacidades diferentes como síndrome de Down o autismo, para pacientes con problemas sensoriales, físicos, motores o de adaptación social, para pacientes con estados de ansiedad, depresivos o con inestabilidad emocional, y también para aquellos que son víctimas de violencia doméstica, refugiados, reclusos y otros problemas de carácter social.

¿Cómo evalúa la sanción de la Ley de Muerte Digna?

No está en mí evaluar la Ley de Muerte Digna. Es un derecho inalienable elegir cómo queremos vivir y cómo quisiéramos morir. Creo que la ley tiene un aspecto restitutivo de un derecho que la cultura deniega: el de la libre elección en general, y de la autonomía en lo referido al encarnizamiento terapéutico. En definitiva, recupera la libre elección para rechazar tratamientos que prolonguen artificialmente la vida, respetando la voluntad del paciente en decisiones que afecten a su calidad de vida.