7 de julio de 2012

John Saxe Fernández. La globalización, el poder y la educación superior (1)


John Saxe Fernández (1944) es doctor en Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Nacido en Costa Rica y ciudadano mexicano, es autor de numerosos artículos publicados en diversos medios de América Latina, Canadá, Estados Unidos y Europa. Entre sus libros pueden mencionarse "Petroleo y estrategia", "La compraventa de México", "Terror e imperio", "La energía en México: situación y alternativas", "Globalización, imperialismo y clase social", "El mundo actual", "Geoeconomía y geopolítica del Caribe", "Globalización: crítica a un paradigma" y "Globalización del terror y amenaza bioterrorista", entre otros. Para Saxe Fernández, actual coordinador del programa "El Mundo en el Siglo XXI" del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, la dinámica de la economía industrial capitalista ha sido de tal naturaleza que la necesidad de nuevas fuentes de materias primas, mercados, suministros frescos y mano de obra barata se han ampliado constantemente y han desempeñado un papel preponderante en todas las etapas del conflicto internacional y en las crisis económicas globales de la actualidad. Los desastrosos efectos socioeconómicos de la crisis que comenzó en 2008 -considerada el peor descalabro económico  desde la gran depresión de 1929 según el criterio de prominentes estudiosos, financieros, ex reguladores federales y economistas- parecería estar conduciendo al planeta hacia una calamidad global. Según muchos expertos, la economía mundial podría estar ya inmersa en un ciclo terminal (Doomsday cycle) en el que los bancos usan el rescate de los organismos internacionales de crédito para pagar jugosos dividendos a los accionistas y multimillonarias compensaciones a las cúpulas gerenciales bancarias. Bajo los efectos de un masivo subsidio al taimado principio de privatización de las ganancias y socialización de los riesgos, "aumenta -dice Saxe Fernández- el peligro de un acople depresivo global, y con ello de más agravamientos económico-militares de potencialidad devastadora que van desde la agudización de la crisis deudora europea, hasta las inadmisibles agresiones a trabajadores, estudiantes, campesinos y clase media por medio de la mayor austeridad fiscal desde la Segunda Guerra Mundial, junto a los amañados rescates oficiales a los altos círculos bancario-financieros". El deterioro económico-social y moral que acompaña al manejo clasista de la crisis en Estados Unidos y Europa, además de agudo, se internacionaliza y retroalimenta. La crisis de la eurozona muestra síntomas que van desde la desaceleración hasta la posibilidad de caer en una aguda recesión. "Una recesión en Estados Unidos, Europa y un freno en Asia colapsarían el volátil mercado de 'commodities', al que son tan adictas las economías latinoamericanas, incluyendo Brasil, México y Argentina, cuyas clases dirigentes, además de su atávico rentismo, especulación e inclinación por caer en la trampa de la liquidez, son influidas por el Fondo Monetario Internacional-Banco Mundial-Banco Interamericano de Desarrollo a favor de la reprimarización, ahora acompañada de una fuerte oleada de rechazo popular en toda la región ante su alto costo humano, ambiental y cultural". Según Saxe Fernández, "los neoliberales están ofreciendo un espectáculo chusco" que provoca "ruinosos efectos humanos y ecológicos, desempleo, pobreza, insalubridad, devastación ambiental, polarización, informalidad económica y criminalidad con sus políticas fiscales, monetarias y reformas estructurales". 

EL FUNDAMENTALISMO NEOLIBERAL

Uno de los aspectos de mayor relieve sobre los problemas y dilemas encerrados en cualquier reflexión en torno a la globalización, el poder y la educación superior consiste en el reconocimiento, desde el inicio mismo de este trabajo, sobre la indispensable apertura a la teorización no sólo económica sino también política y social que toma en cuenta los eventos emergentes en un mundo en constante cambio. El enfoque interdisciplinario permite mayor fortaleza explicativa y, por lo tanto, puede facilitar una mejor comprensión, tanto sobre la compleja gama de variables involucradas, como de su posible desenvolvimiento en el tiempo. Abordar de esta forma este fenómeno es al mismo tiempo una tarea difícil así como azarosa. Existe una motivación personal para abordar esta temática que se sintetiza en un nombre, Mauro Fernández, el discípulo de Herbert Spencer y ministro de educación de Costa Rica que, a finales del siglo XIX, introdujo en esa nación centroamericana el concepto de laicización universitaria y de la educación pública, gratuita, universal y obligatoria. También existe una motivación política: la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) -hoy en día la institución universitaria de mayor envergadura de América Latina- está sometida, junto con todo el sistema de educación media superior y superior de la región, a un ataque sistemático de sus fundamentos y de la tradición de libertad de cátedra y de investigación que se cimentó durante siglos: la autonomía, fundamento del concepto humanista y de la libertad de cátedra e investigación desinteresada que caracterizan a la universidad clásica, están siendo puestos en la picota, no por las "exigencias del mercado" o de una globalización en abstracto, sino específicamente por el Banco Mundial (BM) y los poderosos intereses domésticos e internacionales que se articulan desde ese centro institucional de poder imperial.
La introducción de los objetivos y las políticas "de mercado" en la investigación y la docencia universitaria -presente en el "modelo estadounidense" desde el siglo XIX, esa forma de "fundamentalismo neoliberal"- sin duda representa un reto y un escollo a vencer en la larga lucha y esfuerzo por la superación de las condiciones alienantes y de opresión que sufre la humanidad. El "modelo estadounidense" contrasta con la experiencia universitaria europea que virtualmente desconoce la existencia de centros privados a ese nivel. La virtual inexistencia de universidades privadas en Europa es un hecho de primera magnitud, generalmente ignorado por los tecnócratas latinoamericanos que aplican de manera acrítica y mecánica los lineamientos del BM, especialmente aquellos dirigidos al desmantelamiento o debilitamiento de la Universidad Pública por medio del establecimiento a troche y moche del programa de "universidades tecnológicas" a lo largo y ancho del país. Un mecanismo utilizado para capacitar personal en labores técnicas inmediatamente requeridas por las empresas, es decir, egresados de visión acrítica y angosta sin formación en la tradición humanista, la historia y los fundamentos del conocimiento científico general que debe tener cualquier profesional de las artes, las ciencias naturales o sociales. Porque como creación universal y humanista, la Universidad es la antítesis de formulaciones dogmáticas o, si se prefiere un término más cercano a nuestra experiencia, "neoinquisitoriales". Hoy lo que el Director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, ha caracterizado como "la dictadura del pensamiento único" para referirse a lo mismo, se presenta como la principal amenaza al funcionamiento y la existencia de la Universidad en el orbe. Articulado a nivel operativo desde las altas esferas gubernamentales de América Latina -comprometidas ahora con objetivos y programas diseñados "en función de las fuerzas del mercado"-, este fundamentalismo despliega tanto en la retórica como en la práctica lo que los documentos del Banco Mundial conciben como una campaña contra "la universidad tradicional" y el "excesivo poder de profesores e investigadores". 
En este trabajo se revisará primero el concepto y los procesos de globalización; segundo, los aspectos más relevantes de la estructura de poder, especialmente la referida a los Estados Unidos de América y en tercer lugar se analizarán los principales planteamientos del Banco Mundial en torno a la educación universitaria. He procedido siguiendo el sabio consejo de lanzar breves -furtivas- vistas hacia el futuro desde una continua auscultación del pasado. Considero que esta es la manera más adecuada de proceder, desde la perspectiva de la ciencia social, porque conlleva un constante esfuerzo por cotejar los conceptos y explicaciones de la teoría social y económica con un flujo constantemente cambiante de sus referentes empíricos y en el que se detectan puntos de continuidad y de discontinuidad. Como bien lo planteó el estadounidense Arthur Vidich en un estudio centrado en la obra de clásicos como Marx, Weber, Veblen, Keynes, Hobson, Lenin y C. Wright Mills, entre otros, es notable que ninguno de ellos creyó que los "modelos teóricos" de las ciencias sociales "pudieran ser utilizados como una aproximación en la resolución de los problemas del mundo real, o como un sustituto para el estudio empírico de éste. Para ellos, los conceptos, construcciones teóricas, sistemas y vocabularios especializados eran herramientas útiles en el estudio del mundo empírico y no propiamente respuestas a los problemas siempre en evolución presentados por un mundo en cambio continuo. Supusieron, además, que sería necesario que las sucesivas generaciones de académicos revisaran las ideas de sus predecesores de tal forma de hacerlas relevantes bajo nuevas condiciones que volvían inapropiadas las teorías anteriores. Por ejemplo, ya sabían que la idea de un sistema de libre mercado -tal como el descrito por Adam Smith- no funcionaría y no podría ser aplicado sin ambigüedades dado que ya había sido contradicho por las realidades de la historia económica de los últimos doscientos años".
Las tragedias que han acompañado a la Revolución Industrial -y aquí estoy pensando en la Gran Depresión y su secuela en las atrocidades de las dos grandes conflagraciones político-militares del siglo XX y que culminaron en las cenizas de Hiroshima, se engendraron, más que por la indiferencia y la codicia de capitalistas que sólo pensaban en sus ganancias, en la devastación social de un sistema mercantil, de corte victoriano, no controlado, cuando el santuario interior de la vida humana fue saqueado y violado. Hoy, cuando algunos hablan y escriben, o invitan a la irreflexión desde ese discurso eufórico, desmemoriado, determinista y fácil de lo que en otra ocasión he llamado "el globalismo pop", repleto de simplificaciones peligrosas y engañosas, se observa una tendencia en ciertos círculos al desvanecimiento y desdén de la memoria histórica sobre esas calamidades. Si hemos de reflexionar sobre la globalización, el poder y la investigación, hagámoslo de manera bien cimentada, evitando el castigo dantesco, recuperando nuestro punto de observación, mirando hacia adelante, sin nostalgia, pero, primero que todo recordando el terremoto económico y político-militar y además reconociendo que miramos, después del terremoto: ello permite percibir la debilidad de los cimientos y por lo tanto aprender cómo y dónde construir o reconstruir la fábrica institucional de forma que pueda soportar mejor los choques del futuro.
En 1998 el BM publicó un informe sobre Financiamiento y Administración de la Educación Superior en el que presentó la agenda mundial de "reforma" educativa. Con la intención de ajustar el sistema educativo "a las necesidades actuales y futuras", el BM siguió la sugerencia del rector de la Universidad de Twente (Holanda) al suscribir que "la agenda de reforma educativa de los '90 y seguramente de gran parte del siguiente siglo, está más orientada al mercado que a conservar su carácter público o su planeamiento y regulación gubernamental". Por lo tanto, dice el BM, los conceptos fundamentales de nuestra agenda son: privatización, desregulación y la orientación hacia el mercado. Dejando de lado la larga experiencia histórica de la Universidad europea como vértice de la producción de conocimiento humanista y científico, y como figura pública, el BM asegura que la educación, la ciencia y la tecnología son mercancías, y consecuentemente deben ser manejadas a través de "soluciones de mercado". Ello significa que la educación es enmarcada en un contexto de limitada oferta y que está disponible por un cierto precio.
Asimismo, si vemos en el lado de la demanda, el financiamiento de la educación adquiere una forma peculiar. Esto tiene que ver, en palabras del Banco, con el hecho de que "cuando el gobierno transfiere los costos hacia los estudiantes, éste debe introducir un sistema paralelo de asistencia financiera". Consecuentemente, entre las medidas consideradas por el Informe del BM están la introducción de incrementos sustanciales en las matrículas; el cobro de cuotas completas por servicios de habitación y comida; la introducción de mecanismos para averiguar los recursos económicos de los solicitantes de subvenciones y préstamos; el ofrecimiento de préstamos para estudiantes en base a intereses de mercado; la mejora del cumplimiento de pagos de los préstamos mediante la subcontratación de empresas privadas; la implementación de un impuesto por derecho a graduarse a todos los estudiantes; el fomento de la filantropía para la constitución de fundaciones, para operaciones directas de las universidades o para otorgar becas a los estudiantes; la mejora de la calidad (sic) de la educación a través de un entrenamiento empresarial; la venta de investigaciones, cursos de formación y de todos los servicios mediante contratos de concesión (contratos de servicios múltiples) o subvenciones; y el incremento del número de instituciones privadas con un constante detrimento de aquellas de carácter público.
Una de las justificaciones del BM para implementar dicho paquete de lineamientos queda expresa de la siguiente manera: "Mucho de lo que puede parecer como la agenda de un economista neoliberal es la solución más oportuna, independientemente de cualquier cuestión ideológica. Con la creciente evasión de impuestos y con la gran dificultad de recolectarlos en un contexto de competencia por los recursos entre varias necesidades públicas, un incremento en la matrícula, el cobro de otras cuotas y el desencadenamiento del potencial empresarial del profesorado, puede ser la única alternativa frente a una austeridad que la debilita totalmente". La necesidad de reducir lo que parece ser asumido como un gasto "no productivo" (el gasto en educación pública), con el objeto de ahorrar dinero para otras necesidades públicas como salud, seguridad e infraestructura, se desvanece cuando se considera que el grueso del sector público está siendo privatizado bajo justificaciones similares. La tendencia de privatizar los activos públicos -asumida por la sabiduría convencional como la única alternativa- responde al interés privado de saquear las arcas públicas, consolidando con ello lo que se ha descrito correcta y ampliamente como la privatización de ganancias y la socialización de costos. Los montos de dinero recibidos por la privatización de los activos públicos ha sido un proceso que, particularmente en los países periféricos, lejos de estimular el incremento del gasto público en demandas sociales o en inversiones productivas prometedoras, está más bien consumiéndolo con el pago de intereses de deuda y de fraudes gestados al calor de los procesos de privatización.
Las implicaciones de la mercantilización de la educación son considerables porque la formación de la población está siendo crecientemente alejada de los intereses públicos nacionales. Consecuentemente, la Universidad viene perdiendo su capacidad de crítica y de generación domestica de conocimiento, todo en un marco en el que las corporaciones multinacionales y el empresariado local (en segundo plano) son colocados como "los agentes" que definen qué y cómo hacer la investigación científico-tecnológica y, qué debe y no debe enseñarse en las aulas. En el caso del Sur, la penetración de intereses extranjeros se viene potenciando como resultado de la falta de iniciativa que ha caracterizado históricamente al empresariado periférico para estimular la consolidación de un sistema de desarrollo científico y tecnológico nacional de alta calidad. En lugar de colocar a la Universidad pública como un actor activo en el ciclo de re-producción de sus países, una estructura bien conocida por los países del Norte, la elite de poder periférica viene privatizando y desnacionalizando uno de los pilares más importantes para el desarrollo y futuro de nuestros países.
Los movimientos populares de padres de familia, maestros y estudiantes que hasta ahora han hecho frente, en una medida u otra, a la consumación del proyecto de "reforma" educativa,  obligadamente tendrán que seguir informándose, fortaleciéndose y creciendo, ya que dicha tendencia sólo podrá ser revertida evitando las abstracciones. Y es que es fundamental la identificación concreta de los actores y cómplices responsables, así como de las estrategias implementadas y los beneficiarios ya que, desde su perspectiva, las instituciones públicas de educación e investigación son percibidas, al igual que otros activos estratégicos del país, como un jugoso negocio que se antepone a cualquier consideración o limitación de carácter social. En este sentido, es primordial retomar los instrumentos de toma de decisión, crecientemente enajenados a favor de instituciones como el BM por medio de la condicionalidad atada a todas las líneas de crédito; siendo necesaria una rearticulación de la política económica en función de parámetros nacionales que representen los intereses de las mayorías.